"La Sociedad Dividida. Estructuras de Clases y Desigualdades en las Sociedades Tecnológicas"
Autor: José Félix
Tezanos
La difusión de la expresión 'exclusión social' y su creciente utilización para la definición de políticas sociales ha propiciado varios intentos de dotar a este concepto de mayor precisión.
Los
elementos comunes presentes en la mayor parte de las aproximaciones al tema
tienden a coincidir en que es un fenómeno estructural (y no casual singular), que
está aumentando y que tiene un cariz multidimensional.
Sin embargo, puede presentar una acumulación de
circunstancias desfavorables, que se relaciona con procesos sociales que
conducen a que ciertos individuos y grupos se encuentren en situaciones que no
permiten que sean considerados como miembros de pleno derecho de la sociedad. Es decir, la exclusión social connota carencias no
atendibles –ni resolubles- a partir de la lógica 'espontanea' del mercado, al
tiempo que da lugar a la difusión de sensaciones de 'vulnerabilidad social',
'apartamiento' y 'pérdida de sentido de pertenencia social'.
En los Informes de la Unión Europea, por ejemplo, se
define la exclusión social como 'la imposibilidad de gozar de los derechos
sociales sin ayuda; la imagen desvalorizada de uno mismo; y de la incapacidad
personal de hacer frente a las obligaciones propias, en el riesgo de verse
relegado de forma duradera al estatus de persona asistida y en la
estigmatización que todo ello conlleva para las personas y, en las ciudades,
para los barrios en que residen'.
La exclusión social, pues, se entiende como un 'concepto dinámico' y mucho más
amplio que la pobreza. Más claramente se dirá en un Informe del Parlamento
Europeo de 1998 que el concepto de 'pobreza' con demasiada frecuencia hace referencia exclusivamente a los ingresos, señala
también el carácter multidimensional de los mecanismos en virtud de los cuales
los individuos y los grupos quedan excluidos de tomar parte en el intercambio
social, de las prácticas que componen los derechos de integración social y de
identidad; al subrayar los riesgos de que aparezcan fracturas en el tejido
social, sugiere algo más que desigualdad social y lleva consigo el riesgo de
una sociedad fragmentada.
Podemos decir, pues, que existe una cierta
convergencia en torno a la idea de que la exclusión social debe ser entendida básicamente como 'negación de derechos sociales' y 'oportunidades vitales fundamentales'.
Comentario
El texto
pertenece a la obra de José Félix Tezanos, 'La Sociedad Dividida. Estructuras de Clases y Desigualdades en las Sociedades Tecnológicas' y está incluído en el capítulo, 'La Dinámica de la Exclusión Social'.
José
Félix Tezanos, Doctor en Ciencias Políticas y Sociología, desde 1974 viene desempeñando diversos puestos docentes en diferentes universidades españolas (Director
del Departamento de Sociología III y Coordinador del GETS).
El
origen de la exclusión social lo descubrimos a mediados de los años setenta
durante el siglo XX en contexto de la cultura francesa. Las raíces de dicho concepto están conectadas
con los procesos y formas de relaciones inter-grupales que implican
alineamientos sociales. Las polaridades sociales se dieron históricamente en
sociedades esclavistas y sistemas feudales desde las primeras etapas de la
sociedad industrial donde la clase obrera era el 'otro social' fuera de la
privilegiada sociedad burguesa.
El
carácter dualizador de las sociedades, en concreto las clasicistas asignaron
posiciones dentro-fuera enfatizándose por teóricos como Marx y Engels
apuntando el alineamiento dual de las clases, viéndose a la clase obrera como
un otro social excluido formando por los que quedaban fuera de las
oportunidades y privilegios de la sociedad burguesa.
Por exclusión social entendemos 'la falta de participación
de segmentos de la población en la vida social, económica y cultural de sus
respectivas sociedades debido a la carencia de derechos, recursos y capacidades
básicas (acceso a la legalidad, al mercado laboral, a la educación, a las
tecnologías de la información, a los sistemas de salud y protección social)
factores que hacen posible una participación social plena'.
Cabe
destacar que la Unión Europea es un concepto clave para afrontar las
situaciones de pobreza, vulnerabilidad y marginación de
parte de su población. El concepto también se ha difundido, aunque más
limitadamente, fuera de Europa.
El
autor ratifica como el concepto de exclusión social está siendo
utilizado con significados y matices distintos para referirse a grupos sociales
divergentes.
En
una primera instancia, el término relaciona a todos con los que presentaban un
handicap o poseían dificultades personales o grupales para su integración en la
social en las mismas condiciones que un ciudadano medio; una de las hipótesis
explicativa de la exclusión social es que con el transcurso del tiempo dicho
concepto presenta una atención mayor, acentuándose la preocupación por las
situaciones de carencia asociadas al desempleo y las nuevas modalidades de
trabajo precario, esporádicos y de insuficiente remuneración, en mayor
influencia a medida que la crisis del trabajo se ha ido haciendo más patente.
No
es noticia que la desigualdad se ha ido reproducido extendiéndose de manera
vertiginosa en los últimos años llegando a convertirse en un debate público.
El
Instituto Mundial para la Investigación del Desarrollo Económico de la
Universidad de las Naciones Unidas afirma que en el año 2000, el 1% más rico de
la población poseía el 40% de los activos globales, y qué el 10% más rico de la
población poseía el 85% del total de la riqueza mundial. Por otro lado, los más
pobres de la población adulta mundial sólo poseía el 1% de la riqueza global.
La
pobreza emergida por el fundamentalismo del crecimiento económico ha entrado
en un abismo, que separa a los pobres sin
futuro de los ricos seguros de sí mismos.
La
evolución de la tasa de pobreza en España en las últimas décadas, ha experimentado una tendencia con una reproducción significativa en el periodo de 1973 a 1990
cuyo descenso se truncó en los años 90.
Es de destacar cómo al concepto de exclusión social se le unió el de 'desviación',
para hacer referencia a comportamientos sociales que no se ajustan a las
normas o valores predominantes entre los miembros de un grupo o una sociedad; la sociología utiliza los conceptos de 'marginación social' y el de 'segregación
social'; ambos delimitan una situación de estar apartado o de ser apartado de los estándares de una sociedad o grupo. La sociodiversidad voltea a la desviación, considerando a los excluidos sin derechos y no teniendo en cuenta la
diferencia, bien como categoría social, medica o jurídica.
La
evolución de los indicadores de desigualdad durante los últimos años se ha interpretado como un aumento de las desigualdades que está relacionado con el
predominio político y la escasa sensibilidad hacia la solidaridad social, enraizándose dicha dinámica en los elementos más emergentes.
La
exclusión social es una manera específica de estar en sociedad y se traduce en un concepto de orden social; con el actual sistema de modelo de
Estado de Bienestar se ha alcanzado en muchos países occidentales una perspectiva histórica. Éste se ha visto plasmado en una sucesión de derechos políticos, laborales,
económicos y sociales, sancionados en las respectivas Constituciones.
Tanto
el derecho a un puesto de trabajo, o el de un modelo de vida digno, han sido mermados, dejando fuera a un buen número de personas.
Respecto de políticas sociales, tal y como el autor argumenta, en España la Constitución de 1978 otorga una serie de derechos a los
ciudadanos:
Artículo
35: 'Todos
tienen el deber y el derecho al trabajo, a la libre elección de sus profesiones
la promoción a trabes del trabajo y una remuneración suficiente para satisfacer
sus necesidades y la de sus familias, sin que en ningún caso puede haber
discriminación de sexo, regulándose por un estatuto de trabajadores'
Artículo
47: 'Todos
los españoles tienen el derecho a disfrutar de una vivienda digna y
adecuada. Los poderes públicos
promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes
para hacer efectiva este derecho, regulando la utilización del subsuelo'
El
autor defiende que no tener trabajo significa mucho más que
estar desempleado, y que los procesos de exclusión remiten a una crisis de
integración que afecta a múltiples planos de lo social. Derechos que, en estos momentos son inexistentes. Distingue, además entre negación de derechos sociales -y oportunidades- y exclusión social.
Esta
evolución social que contemplamos en estos momentos de la Historia no
es fruto del azar, sino que obedece a una serie de estrategias e iniciativas
políticas concretas que hunden su raíz en contextos socio-políticos. El
aumento de la desigualdad es uno de los efectos del abandono de políticas
propias del Estado de Bienestar que pusieron su énfasis en los criterios sociales
y en el empleo.
Tanto la
exclusión social de ciertas conductas, como 'la inclusión social' de ciertos
derechos hasta ahora no reconocidos, requieren de innovadoras medidas de
regulación. La magnitud de la pobreza y
la exclusión social es una de las razones por las cuales el Estado debe de
intervenir. Esta misma reivindicación se
formuló en el Informe del Banco Mundial, en 1997, en el que se apuesta por que 'el
crecimiento sea compartido por todos y contribuya a reducir
la pobreza y la desigualdad'. Es necesario que los gobiernos atribuyan
una elevada prioridad a los factores sociales fundamentales.
En
el Informe de Empleo de 1997, se afirmaba que 'el alto nivel de desempleo
y el enorme aumento de las desigualdad podrá engendrar tensiones sociales
intolerables'. Podemos apreciar como 'la dinámica social' está
ensanchando el 'modelo económico', insensible a los factores sociales, propiciando una dualizacion social. El paro y la precarización laboral tiene
efectos desoladores para muchas personas, el trabajo es una señal de identidad
a través del cual encuentran su hueco en el sistema, el desempleo engendra un
aislamiento social.
En
mi opinión, la exclusión social nace por la discriminación por razón de pertenencia a una determinada clase social. Hemos de tener en
cuenta que las políticas sociales de hoy
en día resultan escasas, lo que implica un aumento del número de personas en
exclusión.
Somos
conscientes de la desventaja social que muchos ciudadanos padecen y es por ello
que el Estado debe de tomar cartas en el asunto, al tratarse de derechos sociales que todo
individuo debe disfrutar, que parecen haber sido olvidados en las Constituciones que rigen el tiempo presente.
No
obstante, la sociedad no es consciente de la magnitud de la pobreza, apreciamos
como la 'solidaridad de la humanidad en su conjunto' sólo se hace patente en situaciones de extrema gravedad y necesidad, como
en el caso del seísmo en Nepal, o las movilizaciones de los Bancos de Alimentos frente a la hambruna y otras catástrofes.
Si bien los movimientos sociales siguen emergiendo, es necesario un verdadero 'despertar social'. Se debe abandonar el individualismo imperante en nuestros días y la
competencia tan desleal existente, abogando por valores éticos con unos
principios de solidaridad y equidad.
No
hay duda de que esa dicotomía crece a escala mundial, donde países ricos (integrados) utilizan a países subdesarrollados (excluidos) para la obtención de materias
primas y mano obra barata.
Esta "relación" de usufructo a favor de los primeros, en detrimento de los segundos, debería ser desterrada, o al menos, regulada, mediante la puesta en marcha de una legislación competente. Algo que para los países subdesarrollados sigue siendo una utopía. El despertar social, que ya hemos apuntado, podría ser una solución, que la propia ciudadanía sea la promotora del cambio hacia una equidad
social para todos, a través de una educación basada en valores morales e impartida por los profesionales adecuados.
Keynes escribió: "La
avaricia es un vicio, la práctica de la usura es un delito,
y el amor al dinero es detestable... Debemos de valorar más los bienes por
encima de los medios y preferir lo que es bueno a lo que es útil", e
insistió que llegará el día en el que los problemas económicos serán reemplazados por problemas reales, aunando razón y corazón, para que dejen de existir ciudadanos de primera clase y ciudadanos de segunda clase.
La
lucha contra la distribución desigual de bienes es una causa que nos implica a
todos los seres humanos como un principio de justicia universal.
Bibliografía:
TEZANOS,
José Félix: La Sociedad Dividida. Estructuras de Clases y Desigualdades en las Sociedades Tecnológicas, 2001. Editorial, Biblioteca Nueva.
REQUENA,
Miguel; RADL, Jonas; SALAZAR, Leire: Estratificación Social, 2012. Editorial
McGraw Hill.
GIDDENS,Anthony;
SUTTON, Philip W.: El Libro Universitario. Manuales de Sociología, 7ª Edición,
2014. Alianza Editorial.
BAUMAN, Zygmunt: ¿La Riqueza de Unos Pocos Nos Beneficia a Todos?, 2014. Editorial Paidos
Ibérica.
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